sábado, 4 de marzo de 2023

 EL 541, SEÑOR, SI SEÑOR, O BIENVENIDOS AL FUTURO ... AGAIN.

Llegamos en un día lluvioso. Casi al final de la recta de Coreses. Los alumnos veteranos del San
José empezaron a alborotarse gritando entre aliviados tras el largo viaje y quizá ansiosos por ver
a viejos compañeros, ¡¡¡ que ya se ve!!! ¡¡¡que ya se ve!!!... Y lo que se veía por la sucia ventanilla
del autobús Setra Seida, de la que pendía una ajada y sucia cortina, era un edificio enorme, de
ladrillo rojo, de infinitas celdillas vagamente cuadrangulares, que oscurecía con su silueta el sky
line de una vieja ciudad castellana, Zamora,; una ciudad que conocía por la memorística
Geografía de primero de bachillerato, por estar entre dos míticas comarcas de la provincia: la
tierra del pan y la tierra del vino. Juanjo Undabarrena Urdingio y yo, que veníamos del sucio
Bilbao, nos miramos y probablemente resignados diríamos: ¿qué va a pasar ahora? Esa línea
virtual, imperceptible frontera paisajística, nos llevaba a 90 km/h hacia un destino en el que
había de pasar seis años. Llegue con pantalones cortos y lo abandoné tras dos angustiosas
reválidas, un lejano día 30 de Junio de 1972, con la cabeza llena de vocabulario greco-latino,
silogismos, teoría de conjuntos y los partidos políticos en la segunda república y Guerra Civil que
conocimos tras un trabajo de Historia que hice a medias con el Peque; y el inagotable caudal de
conceptos jurídicos que en COU nos vomitaba aquel mítico profesor D. Licesio, “qué mascullas
Licesín” que apuntaba con gracia Pajares, tras aquellas tediosas sesiones de Introducción al
Derecho que nos adormecían de 4 a 5 en aquellas luminosas tardes de la primavera zamorana.
Aquél día llovía mucho y probablemente ya hacía frío, aquel frío castellano que, acostumbrados
a la humedad permanente de Bilbao, y criados entre la niebla y el smog, nos heló la sangre y
que, combinado con el miedo a lo desconocido, nos condicionó el sexenio que acabábamos de
inaugurar asidos al número que adornaba nuestras escasas y homogéneas pertenencias: el 541.
Nada de esto os es ajeno, es parte de nuestra historia vital; de aquella serie de hitos que fueron
ahormando nuestra personalidad, asidos a una naciente y necesaria amistad hoy convertida en
lejana melancolía, hilvanada ahora por un puñado de números de móvil, afortunadamente.
Bienvenidos al futuro ... again.

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