sábado, 28 de septiembre de 2013

Comienza un nuevo curso (2ª parte)




De vuelta a la sanfernandina y vertical ciudad, guardé el ojo de cristal del caballo de la catedral en el estuche de dos pisos que contenía los bolis, lapiceros y “la goma” Milán, imprescindible cuando había tanto que corregir y con la que borre el tinte del ojo de cristal del caballo. Atribuí al ojo, y todavía no sé por qué, propiedades mágicas, capaces de hacerme aprobar los exámenes, y me acostumbré a verlo al levantar la tapa del pupitre antes de los mismos, aunque no por ello conseguía aprobar; para aprobar tenía que mirarlo primero y hacer una chuleta después, de forma que, finalmente, no sabía a quién atribuir los aprobados ( con 5 y a veces hasta con 6 o 6,5) que iba acumulando: si al ojo del caballo o a los grabados rupestres de la tapa del pupitre que escondían las imposibles fórmulas del área del círculo o de aquellas extrañas relaciones que se establecían entre los catetos o paco-martínez-sorias y las hipotenusas o chicas de la cruz roja, con las que me citaba en la amigables “quedadas” para estudiar en las duchas, a altas horas de la madrugada zamorana, entre ventiscas y terremotos. Ora en la octava, en la sexta o en la cuarta, porque descender equivalía a ascender en la carrera de obstáculos del bachillerato de los años sesenta.

Al cabo de los años, entre mudanza y mudanza anual, de planta a planta, de aula en aula, de estuche en estuche, acabé por perder el diminuto ojo del caballo. Casi no reparé en ello una vez que desapareció aquella momentánea y preadolescente superstición; pero ahora, al cabo de cinco décadas si tengo la certeza de que la catedral de Zamora, que no es un pilar de la tierra, ni mucho menos, es la única catedral medieval de Europa que tiene entre todos los santos y toda la iconografía de bestiarios imaginable, algo absolutamente original: un caballo tuerto.

Valladolid, en el transcurso 1966-67                    

                                                                                                                                              Basilio

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