martes, 10 de abril de 2012

y final

Procedíamos de planetas muy diversos, éramos una suma de personalidades y de inquietudes muy complejas, y pese a ello rara vez se entraba en colisión, al ser muy intensos los elementos que daban cohesión al grupo: alguna rivalidad deportiva, la complicidad ante situaciones de desamparo personal, la forma de compartir la soledad en el grupo, el concurso sobre la vida de Santo Domingo Sabio, las estampas de la virgen, las viejas portadas de la revista Blanco y Negro de la sala de Juegos, el ruido estridente de los futbolines, la atmósfera cargada de tabaco de los humeantes celtas cortos o bisontes, anclados en las patas de la mesa entre calada y calada y las cuarenta en bastos.de sala de juegos; y el ruido de fondo del ping-pong en el que siempre ganaba Frontela y el que provenía de aquella vieja televisión en B/N en la que se combinaba el cansino narrar de los partidos de futbol desde algún campo que siempre estaba embarrado y la música del programa la Juventud Baila de los sábados por la tarde-noche. Y en la misma franja horaria, en nuestro prime time vespertino y sabatino, oiríamos también las voces de Barreiro, cuyo proverbial tono de voz anticipaba su presencia varios kilómetros o de Pajares o Miki convocándonos a alguna doméstica revuelta, del Peke fumándose toda la Tabacalera Española a la vez, de Retortillo tratando de poner calma y sensatez entre todos o de Gabriel recaudando el duro que necesitábamos para comprar el disco de Credence Clearwater Revival, Proud Mary que habíamos oído por la mañana en los cuarenta principales de la Ser. Y si cierras los ojos oirás también el ruido de todos los silencios que un toque de silbato o unas simples palmas eran capaces de provocar en la nave de formación.
Más de cuarenta años después la asepsia de la nave en vuelo y la pérdida de capacidad en algunos de nuestros sentidos nos había ido privando de aquellas sensaciones cuyo recuerdo, inevitablemente, nos trasladaba de inmediato a nuestros orígenes, al lugar de donde procedíamos, donde siempre estarían anclados, buenos o malos, gran parte de nuestros recuerdos. Bipppp….fin de la transmisión.

Basilio

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