martes, 9 de marzo de 2010

Cantemos a María... (2ª parte)

Y se oían voces en el comedor, en los pasillos, en los dormitorios, a la salida de las clases, en el asalto a la cesta del bocadillo o a las chocolatinas de la merienda… voces, aquellas voces…; voces; voces para olvidar el tiempo, para enmascarar el silencio, el olvido que nos mantenía asidos a aquél lugar, en aquel tiempo de rutinas que socializaban nuestro ánimo, que contribuían a hacernos olvidar con extrema eficacia la peripecia generacional que nos empadronó en aquel territorio, todo predecible y vertical.
Ciudad de largos pasillos, de camarotes, aulas e interminables hileras de compañeros formados de a dos en fondo; alegrías y miserias ordenadas, atesoradas por aquella uniformada tropa en la que la necesidad nos había enrolado. En silencio se accedía al salpicadas por tediosas lecciones, corrección de deberes y problemas, preguntas, respuestas, reprimendas, hasta que, al aula para cantar, de entrada, aquél “… venid y vamos todos con flores a maría… que madrenuestra.es; y después… silencio, aquél temeroso silencio que presidía las largas sesiones final, un timbre, siempre un timbre, ponía fin a la agonía del aquel tiempo y espacio virtual, vivido entre comarcas, reyes católicos, batracios, ecuaciones, vectores y valencias; entre el cándido canto del “de nuevo aquí nos tienes purísima doncella más que la luna bella postrados a tus pies” ….y el estridente sonido del timbre que daba fin a aquella sucesión de asignaturas que luego supimos era el horario escolar.
Continuará...
Basilio

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