Recordó incluso, a aquel compañero que, como no tenía quien le enviara carta alguna, pues no tenía familia, decidió un día, (por ver qué se sentía, por experimentar la alegría que el rostro de sus compañeros reflejaban a menudo, por poder decir: “hoy he tenido carta”, por tantas cosas, pensaba él, que debían de sentir sus compañeros) escribirse una carta a sí mismo. Se contó lo bien que se encontraba, lo feliz que era en aquella residencia, lo majos que eran sus compañeros, lo bien que le iban los estudios, la gran cantidad de amigos que tenía, que estaba deseando volver a casa y darle un abrazo y demostrarle en definitiva, lo mucho que le quería. La cerró, fue a correos, le puso sello y la echó al buzón. Estuvo nervioso los dos días que tardó la carta en volver a sus manos. Sentía más nerviosismo que aquel día de Reyes en que había pedido de regalo un balón de reglamento. Aquel día fue muy especial para él. Nunca ha olvidado el momento en que sus oídos oyeron los sonidos que componían su nombre y apellido al salir por la boca de aquel curita que se encargaba de entregar el correo cada día. No se lo creía, casi. Un compañero le tuvo que impulsar suavemente, mientras le decía, "es para ti, anda". Salió del grupo, se adelantó con una emoción desconocida, casi sonrojándose por ser por fin protagonista, por experimentar la misma emoción que a sus compañeros les embargaba tan a menudo y que fue tan importante en su vida de niño, por ser la época en que se encontraba lejos de su tierra y sin su familia.
martes, 2 de marzo de 2010
Hoy he tenido carta... (2ª parte)
Recordó incluso, a aquel compañero que, como no tenía quien le enviara carta alguna, pues no tenía familia, decidió un día, (por ver qué se sentía, por experimentar la alegría que el rostro de sus compañeros reflejaban a menudo, por poder decir: “hoy he tenido carta”, por tantas cosas, pensaba él, que debían de sentir sus compañeros) escribirse una carta a sí mismo. Se contó lo bien que se encontraba, lo feliz que era en aquella residencia, lo majos que eran sus compañeros, lo bien que le iban los estudios, la gran cantidad de amigos que tenía, que estaba deseando volver a casa y darle un abrazo y demostrarle en definitiva, lo mucho que le quería. La cerró, fue a correos, le puso sello y la echó al buzón. Estuvo nervioso los dos días que tardó la carta en volver a sus manos. Sentía más nerviosismo que aquel día de Reyes en que había pedido de regalo un balón de reglamento. Aquel día fue muy especial para él. Nunca ha olvidado el momento en que sus oídos oyeron los sonidos que componían su nombre y apellido al salir por la boca de aquel curita que se encargaba de entregar el correo cada día. No se lo creía, casi. Un compañero le tuvo que impulsar suavemente, mientras le decía, "es para ti, anda". Salió del grupo, se adelantó con una emoción desconocida, casi sonrojándose por ser por fin protagonista, por experimentar la misma emoción que a sus compañeros les embargaba tan a menudo y que fue tan importante en su vida de niño, por ser la época en que se encontraba lejos de su tierra y sin su familia.
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2 comentarios:
Acojonante Retor
Dela
Gracias, amigo anónimo. Es sólo un producto del momento en que llegó la musa, que dicen los artistas, y me pilló con el ordenador a mano. Aunque sobre todo es producto del deseo de despertar a todos esos amigos que están detrás y que escribían hace un tiempo y ahora se han callado sus voces. Abrazos.
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