domingo, 14 de marzo de 2010

El recreo... (1ª parte)


DE CUANDO POSEIAMOS EL TIEMPO. MEMORIA DE UN INFINITO INSTANTE  DE RECREO EN  CUALQUIER LUGAR DE LA CIUDAD VERTICAL
En Zamora a mediados de los sesenta, en un día como tantos, que a fuer de repetidos nunca eran singulares y de forma rigurosa, a las 11 de la mañana, la tensión se daba una tregua para airearse y tomar un bocado; treinta minutos de respiro en los que éramos capaces de hacer una primera cola para coger un bocadillo, hacer otra larga cola ante los servicios, fumar, los más osados, un celtas corto al final de aquél largo pasillo de la planta baja, lugar para aquellas huídas apresuradas garantizadas por una portezuela que nos permitía dar una “calada”  en el interior y si el caso lo requería expulsar el humo en el exterior; y como el tiempo todavía era generoso con nuestra vida, también éramos capaces de jugar un partido de la intensidad de hora y media en tan solo 5 minutos, ante la atenta mirada de de “el Consejero “ o de algún otro cura capaz de sumarse al evento con la sotana recogida a la altura de la cintura y el alzacuellos desatado, desbocado y agotado tras su vano intento de quitarle un balón al “chupón” de cada clase.
Treinta infinitos minutos en los que corríamos más que el tiempo, para poder llenar, tal vez, el abismo  emocional en el que vivimos, para no pensar ni siquiera en el tiempo de nuestra propia existencia, devorando aquellos dóciles minutos de los que entontes éramos poseedores… dominadores, derrochadores entre pitillos clandestinos, partidas de pin-pon, de damas o dominó; y de patadas al balón contra el vacío que delimitaban tres tubos de hierro mal pintados de blanco o contra aquella pared sur del aulario donde nos resguardábamos en los días de viento, allí donde apurábamos el sol de febrero dando la espalda al horario que nos tenía allí recluidos.
Continuará ...
Basilio

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