jueves, 9 de abril de 2009

Y Sevilla en primavera, se viste de costalera... (5ª parte)

El Señor de la Salud (Hdad. de los Gitanos)

Como se reza en Sevilla, no se reza en ninguna parte. En esta tierra bendita el sentimiento religioso está ligado particularmente a lo popular, a lo festivo. Por eso Sevilla convierte una tragedia, la Pasión y Muerte de Jesús, en una gran fiesta; la Semana Santa es, siempre, preludio de la alegría; es una afirmación de la fe en la vida; es un triunfo sobre la muerte y una manifestación de amor a Cristo y a su Madre que, cada día, nos acompañan y que nos entienden.

¿A caso no es simple oración el arte cofradiero de los bordados? ¿No reza el orfebre en cada creación artística? ¿No hay rezo en la música de capilla, bandas de cornetas y tambores y bandas de palio? ¿No reza quien pone todo su corazón, toda su garganta en una saeta? ¿No es oración el sonido del rachear de las zapatillas en el camino silencioso de un paso? ¿No es oración pictórica las convocatorias de los cultos, bello muestrario del arte tipográfico?

Cuando entramos en cualquier templo, donde resida una Hermandad, en tiempo de cultos, veremos con que delicadeza y hermosura están hechos sus altares de cultos, mera poesía cofrade, donde el equilibrio entre la forma y el fondo siempre se logra, desde el primero, allá por la Epifanía, hasta el último, el viernes de Dolores, en honor a la Virgen del Valle. Cuando está Cristo y María en devotos besapiés o besamanos es todo la Hermandad quien está reflejada en ese altar de culto; es la Hermandad quien reza de forma artística a Dios y a su Madre.

Y el mayor momento de rezo lo encontramos durante toda la estación de penitencia, o mejor dicho, desde el momento en que se saca la papeleta de sitio, ya nuestro estado anímico se va preparando para la entrega espiritual en al día grande de la Cofradía.

Así es Sevilla. Cartel de fiestas de primavera. Blanca cal. Flores. Balcón pasional para contemplar y rezar durante el tránsito de las cofradías. Desde cualquier rincón, el pueblo reza, pidiendo protección, pidiendo gracia y amparo. Durante la salida procesional todos los años encontramos motivos para reflexionar sobre nuestro paso por esta vida, sobre el por qué de las cosas.

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