martes, 7 de abril de 2009

Y Sevilla en primavera, se viste de costalera... (3ª parte)

Nazareno del Cerro
El profundo lamento de unos labios mudos se adivina detrás de cualquier mirada. El pueblo reza desde cualquier rincón dando salida a su más hondo sentimiento.Y es que en Sevilla todo el mundo reza, cada uno a su manera; rezamos con al alma, sin mover los labios. Así es Sevilla; en estos días, pura ORACIÓN. Cantar a Sevilla, a su Semana Santa es hacer camino hacia la Gloria. Se venga de donde se venga, todos nos estremecemos en la misma esquina, todos lloramos ante las mismas imágenes, todos nos sobresaltamos con la misma música y todos rezamos con la misma esperanza.Llega la primavera a Sevilla y hay una simbiosis en toda la ciudad, que se diría que toda es vida, vida de olores. Toda Sevilla se cubre del blanco inmaculado del azahar, ese blanco sin manchas, puro, limpio…, como el cielo sevillano. Pero, también, con esa primavera brotará de nuevo en nuestros corazones ese azahar negro, negro como la pena que nos embargará el alma ante el recuerdo de aquellos cofrades que ya no están, esos viejos nazarenos que cada año florecen en nuestros corazones como el azahar, que se hace laso de seda en el varal de cualquier palio.Y cuando ya la Cofradía esté formada una voz familiar invitará a la oración. En el silencio del templo, nos clavarán un punal doloroso al recordar a esos hermanos que no pudieron esperar más a sacar la papeleta de sitio definitiva, la que da derecho a contemplar a Cristo eternamente, esa papeleta de sitio que en primavera nos transfigura el alma.

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