sábado, 14 de marzo de 2009

Los estudiantes furtivos (2ª parte)

Acabado el ágape retornábamos al patio a reposar la comida jugando al fútbol. De tres a cinco volvían las “deseadas” clases y más aletargados que un lagarto tomando el sol en un olivo, esperábamos la merienda y la vuelta al patio. Un largo recreo daba paso al deseado estudio; dos horas poseíamos para poner en orden todas las asignaturas; ejecutar los ejercicios y estudiar. Sólo dos horitas para asimilar aquello que durante todo el día te habían estado bombardeando.

A los superdotados, que los había, les bastaba y les sobraba el tiempo de estudio, pero para el personal del montón, entre los que me cuento yo, era muy poco y teníamos que obtenerlo de otra actividad. ¿Cuál? Tal y cómo estaba proyectado el día, sólo teníamos de libre disposición nuestras horas de sueño. Desde las diez treinta aproximadamente hasta las siete y pico de la mañana teníamos que trabajar furtivamente para adquirir los objetivos que nos habían presentado para aprobar el curso y seguir con la beca.

Continuará...

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