
Te levantan bien temprano y desde ese instante… a correr que no llegas. En la “Uni” el nuevo día empezaba con el aseo personal; a continuación la “santa misa” por aquello de poderte limpiar de los malos sueños de la anterior noche; una vez inmaculado de espíritu, a desayunar y acto seguido, sin apenas reposar el “agua manchada”, que así era lo que llamaban café con leche y una rebanada de pan con mantequilla, te subían a las clases a sufrir al “profe” de turno, unas tres horas sin cortes publicitarios.
Con la cabeza bien dolorida llegaba el recreo y para reponer fuerzas mentales te daban un bocata (pan con chocolate) y a los servicios, tras una cola, para cambiar el agua a las “aceitunas”; luego más desahogado ibas al patio donde podías jugar al fútbol, al fútbol o al fútbol. Tras media hora de diversión en un gran “spa” otra vez a clase; a las dos nos daban el “rancho” que tras un “gracias Señor por los alimentos que vamos a tomar para mantenernos en tu santo servicio” nos deleitábamos en amenas charlas de adolescentes y en media hora arreglábamos el mundo y acabábamos con todas la legítimas guerras que los mayores en nombre de la paz habían montado...
Continuará...
Con la cabeza bien dolorida llegaba el recreo y para reponer fuerzas mentales te daban un bocata (pan con chocolate) y a los servicios, tras una cola, para cambiar el agua a las “aceitunas”; luego más desahogado ibas al patio donde podías jugar al fútbol, al fútbol o al fútbol. Tras media hora de diversión en un gran “spa” otra vez a clase; a las dos nos daban el “rancho” que tras un “gracias Señor por los alimentos que vamos a tomar para mantenernos en tu santo servicio” nos deleitábamos en amenas charlas de adolescentes y en media hora arreglábamos el mundo y acabábamos con todas la legítimas guerras que los mayores en nombre de la paz habían montado...
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