domingo, 25 de mayo de 2008

Más vale tarde que...

Escrita en Madrid el 24 de abril de 2001

Queridos compañeros:

Desde hace meses, he seguido con mucho interés la actividad entusiasta que habéis desarrollado unos cuantos. Un poco desde la sombra (cuestión de carácter) y con el argumento (nada válido) de la falta de tiempo. Conforme iba aumentando el listado de exlaborales se desplegaban pliegues de no sé qué capa profunda del cerebro... Ahí Chus dirá...

Hace bien poco me llamó a casa Antonio Soto. Que si me acordaba de él, me preguntaba. Soto Gervilla... Intenté verle en Bérchules (Granada), bastantes años después de lo de Zamora, estando de vacaciones por las Alpujarras. Para ciertas cosas parece tener razón el del tango: que treinta años no es nada... Para otras, vaya barbaridad...

Todavía hoy tiene uno la suerte de contar entre sus amigos con algunos viejos compañeros de la Laboral. Tras la diáspora, seguimos viéndonos algunos en Salamanca durante uno o dos cursos. Después, algún encuentro esporádico: Sebastián Quintanilla, hace ya varios lustros, se acercó un día a mi pueblo, en La Rioja, desde Euskadi; a Pajares, que pasó un día por mi casa, hace diez o doce años, viviendo yo ya en Madrid, no se me ocurrió mejor idea que acercarlo en moto al Valle de los Caídos, para visitar la tumba del viejo general. Qué mejor manera de recordar aquellos años del tardofranquismo, en los que padecimos alguna que otra orden de búsqueda y captura.

Qué sonoridad la de aquellas bóvedas cuando lo despedimos a voz en grito: hijopuuuuuuu ... Por poco nos pillan infraganti un par de camisas azules. Mucho ha llovido desde entonces.

Viejas historias para contar a tu ¿nieta?, abuelo Julio... Yo, que a los quince era experto en agotar la primera pregunta del examen de Historia (vaya pedazo de profe, el Humberto...), dejando bocetada la segunda (el tiempo no me daba para más ...), he tenido que experimentar la sensación de ser padre y casi abuelo al mismo tiempo. A mis cuarenta y seis, tengo un enano de cuatro años y el mayor todavía anda en los diez. Cuando me ataca el lumbago, persiguiendo en bici al mayor, me queda el consuelo de que la edad acartona, pero da experiencia...

En fin, que recuerda uno los años de la Laboral con cariño, a pesar de todo. Por supuesto (y respeto otras opciones), no se me ha ocurrido mandar a mis hijos a un colegio de curas y menos a un internado, de salesianos. Pero aquello de que contra el régimen vivíamos mejor, también se podría aplicar a nuestra experiencia. No tuvimos otra que formar una piña...

Bueno, ya seguiré en otra ocasión, que no quiero daros la paliza. Soy un poco vago para esto del correo y del chateo (al electrónico me refiero; con el otro me llevo francamente bien desde hace ya muchos años). Pero me alegra mucho toda esta historia. Iré para allá a finales de junio, probablemente los cinco días, ya veremos. .. Iré solo y hasta es posible que en autobús, por aquello de recordar aquella vieja sensación, bastante desagradable, que se agarraba al estómago al ver la silueta de la Laboral, de vuelta al presidio después de las vacaciones. El encuentro con los buenos compañeros, presidiarios todos en buena medida, iba mitigando poco a poco aquel malestar, y el estómago se curtía. Pasadas una o dos semanas, estaba uno preparado para devorar apetitosos filetes de burro viejo preparados con aceite de ballena. .. Después de aquello valoro más la buena mesa, pero tengo que reconocer que me curó de cualquier tontería culinaria.

Salud y un fuerte abrazo para todos.

Jesús Navas

Tu lucha nos enorgullece...

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