jueves, 22 de mayo de 2008

El tiempo pasa pero no los recuerdos

Escrita en Lleida el 13 de noviembre de 2000

Solos o acompañados

EI tema de solos o acompañados estoy de acuerdo con lo de " mejor solos que demasiado acompañados", como dice Carlos, bastante tendremos con conocernos-reconocernos.

Breve autobiografía después de Zamora.

Desaparecí en la reválida (muerto en combate) y volví a Lleida. Entré en el seminario (en casa no había pasta) y allí pasé tres de los mejores años de mi vida : libertad , en comparación con los salesianos, una habitación individual, y la posibilidad de llevar una doble vida , dada la tolerancia de los tiempos postconciliares y la lasitud de nuestro consejero espiritual, joven, con muchas dudas y buena persona. Salí del seminario con novia y un trabajo de educador en una residencia franciscana para estudiantes, cosa que me permitía mantenerme.

Allí volví a encontrarme con mi hermano Antonio, aunque él venia como cliente, gracias a la beca que mantuvo. Los primeros años de facultad y de residencia fueron intensos. En el seminario había aprendido a estudiar de verdad y, lo que es más importante, a disfrutar aprendiendo. Aquellos días volaron demasiado rápido en una atmósfera bastante narcisista de compromiso político y cultural, organización de conferencias antirégimen, grupos de poesía, pose intelectual, y búsqueda disimulada pero casi obsesiva de chicas, para lo cual ni la política ni la cultura sirvieron de gran cosa.

El segundo ciclo de Filosofía y Letras (rama Historia) lo hice en la Autónoma de Barcelona, junto con Antonio. Vivimos juntos varios años, con una profesora común, y descubrimos la otra cara de la universidad, los entresijos, las bambalinas. Para pagarme los estudios en Barcelona empecé a trabajar en una escuela privada. ¿Os imagináis : treinta horas de clase a la semana desde 8º de EGB hasta COU, por un sueldo de miseria (las actas evidentemente las firmaba alguien con título) y luego la facultad. Todavía me queda sueño de aquella época.

Al acabar la facultad me fui a vivir con Carmen, que hoy es mi mujer, hice La mili en Cartagena (¡qué horror!) y al volver, las oposiciones. Me casé con una leridana ( la gran aportación de Lleida a la cultura universal son los caracoles a la “llauna”, a la lata en traducción literal: ¡hay que probarlos!) Tengo un hijo, Adriá, de 12 años. Trabajo como profesor de Historia en un instituto de Lleida, pero antes estuve en Barcelona.

Tengo tres vicios reconocidos: la literatura de ciencia ficción, la música y el tabaco. ¡Uffff!

Un abrazo a todos

Manolo F. Luzón

In memoriam

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