Decíamos ayer, que el tiempo había puesto distancia entre nosotros y aquellos años en los que la actividad en la Tierra terminaba bruscamente con un apagón de luz a las 23 horas, para llenar de silencio las calles de la ciudad vertical de la que habíamos partido. En unos días, ese tiempo tendría un año-tierra más y la distancia con los despreocupados años del adiestramiento en Alfa-Zeta sería ya abismal; el tiempo de travesía y la falta de gravedad nos había ido privando de músculo y masa capilar –a unos más que a otros-, al tiempo que nos había ido creciendo una extraña banda abdominal cuyo origen inmediato no acertábamos a identificar y que sin embargo crecía al tiempo que mermaban las reservas de cerveza de la nave. Se imponía un recorte y la asamblea de la nave con buen criterio acordó por unanimidad que lo único que se debería recortar era el tiempo entre ingesta e ingesta, asumiendo todos la inmensa zozobra que ello generaba ya que la caída de las reservas describiría una curva similar a la del valor de la deuda griega en aquellos lejanos años diez del veintiuno. Para afrontar este problema se creó la correspondiente comisión integrada a partes iguales por bebedores y abstemios, que se dio un plazo de 10 semanas luz para proponer una solución.
Continuará...
Continuará...
Valladolid, viernes 23 de marzo Basilio
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