
Ahora bien, ¿cómo defendernos del energúmeno (sea alumno o padre de alumno) ante las amenazas y las ofensas verbales o físicas? Pues probablemente sólo exista una manera: la de que se considere al profesor autoridad. Porque una cosa es que el alumno no quiera al profesor, no tiene por qué, pero debe respetarlo; y otra es que juegue el papel de matón de barrio y pretenda abusar de su fuerza, bravuconería o mala baba. Personas maleducadas existen en el mundo que nos rodea a patadas. Maltratadotes de mujeres, niños, ancianos,…. están por todas partes y hasta podemos conocer a más de uno. Pero ésa no es la norma. La mayoría de los alumnos son respetuosos con sus compañeros y con sus profesores, así como también lo son con sus padres y demás familiares. Pero es curioso, los que no lo son en el ámbito familiar, no lo son en ningún otro. Tampoco en la calle, ni con los amigos (de los que abusan si pueden), ni con los objetos de la vía pública, ni con la naturaleza que les rodea…
Y es que la educación y el respeto “se mama”. Al colegio y al instituto se va a aprender ciertas materias que te pueden servir para preparar tu ingreso en la sociedad cuando la edad lo requiera. Y también a perfeccionar la educación que los padres han dado a sus hijos desde el primer día de su vida. Pero si en la familia no se ha puesto lindes ni puertas a los caprichos del niño, si las normas no han existido apenas, si el niño ha hecho lo que su capricho le ha dictado, ¿cómo va un profesor a poner freno a esos deseos que nunca o casi nunca han sido refrenados? Y por tanto cómo va a respetar a una persona que le está quitando algo que “ni su padre” se ha atrevido nunca a hacer. Y si en el seno familiar oímos decir que el profesor es un vago, que lo único que hace es disfrutar de dos meses de vacaciones y de ganar un sueldo fabuloso… ¡Apaga y vámonos!, que diría un castizo.
Son muchos los años que llevo dando clase en la enseñanza secundaria, comienzo el trigésimo segundo curso y hasta hoy no he encontrado a ningún alumno que me faltara al respeto. Al contrario, por si alguno llegara a leer esto, me he sentido hasta querido por unos pocos y respetado por la mayoría. Es posible que sea un privilegiado o un tipo con suerte, no lo sé. Pero tengo para mí dos reglas básicas, que no me han fallado hasta ahora: 1.- Trata con sumo respeto a tus alumnos y así serás tratado. 2.- Sé justo con los alumnos; trata a todos por igual.
Y como decía el poeta: recuerda que el “cariño (él decía “amor”) que nunca das, jamás lo vas a recibir.
Y es que la educación y el respeto “se mama”. Al colegio y al instituto se va a aprender ciertas materias que te pueden servir para preparar tu ingreso en la sociedad cuando la edad lo requiera. Y también a perfeccionar la educación que los padres han dado a sus hijos desde el primer día de su vida. Pero si en la familia no se ha puesto lindes ni puertas a los caprichos del niño, si las normas no han existido apenas, si el niño ha hecho lo que su capricho le ha dictado, ¿cómo va un profesor a poner freno a esos deseos que nunca o casi nunca han sido refrenados? Y por tanto cómo va a respetar a una persona que le está quitando algo que “ni su padre” se ha atrevido nunca a hacer. Y si en el seno familiar oímos decir que el profesor es un vago, que lo único que hace es disfrutar de dos meses de vacaciones y de ganar un sueldo fabuloso… ¡Apaga y vámonos!, que diría un castizo.
Son muchos los años que llevo dando clase en la enseñanza secundaria, comienzo el trigésimo segundo curso y hasta hoy no he encontrado a ningún alumno que me faltara al respeto. Al contrario, por si alguno llegara a leer esto, me he sentido hasta querido por unos pocos y respetado por la mayoría. Es posible que sea un privilegiado o un tipo con suerte, no lo sé. Pero tengo para mí dos reglas básicas, que no me han fallado hasta ahora: 1.- Trata con sumo respeto a tus alumnos y así serás tratado. 2.- Sé justo con los alumnos; trata a todos por igual.
Y como decía el poeta: recuerda que el “cariño (él decía “amor”) que nunca das, jamás lo vas a recibir.
José Retortillo
5 comentarios:
Retor, estoy totalmente de acuerdo con todo lo que has expresado estos días en relación con la autoridad del profesor, aunque me queda una pequeña duda y es la siguiente: concluyes al final que ¿la autoridad se gana o hay que dotar al profesor de ella?. Es algo que no me ha quedado totalmente claro. El resto perfecto.
Te quiero
Querido Dela: la autoridad se gana con la mayoría de los seres humanos; sólo con los energúmenos necesitamos de la ayuda de las autoridades, pero no sólo en la escuela, sino en cualquier ámbito de la vida. Trata como deseas ser tratado. Ese es un bonito lema que no suele fallar,salvo en los casos que son excepción. Los salvajes de turno, pero como ya he dicho, esos son los menos. Sabes que yo también te quiero. Retor
Perfecto. Ahora no me queda duda, y estoy totalmente de acuerdo contigo.
Fuerte abrazo
Querido Retor, compartimos profesión y por tanto compartimos situaciones. Estoy de acuerdo contigo; pocas veces he tenido problemas serios de disciplina (o de conducta, o de autoridad) en clase, sólo con los energúmenos y los mal educados [sic].
Un abrazo
Gracias, Angel por tu comentario. Un abrazo. Retor
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