Escrito en Santander
Hoy es 25 de abril y, para cada uno en particular, puede que no tenga ninguna relevancia esta fecha, pero para todos en general tiene un significado especial. Hoy se cumple el quinto aniversario de la muerte de nuestro amigo Félix. ¡Cómo pasa el tiempo! Supongo que reposará tranquilo viendo que su familia va saliendo adelante a pesar de las difucultades. Hablaba la semana pasada con Nieves y me contaba que todo seguía igual. Ella continuaba trabajando media jornada, su hijo estaba con el proyecto fin de carrera que presentará en junio y al mismo tiempo trabajaba los fines de semana en un bar y entrenaba a un grupo de niños de un colegio, lo que le reportaba unos ingresos que le daban para sus gastos, y la niña termina este curso enfermería. Espera encontrar trabajo en julio, de no ser así, tenía pensado realizar un curso de especialización durante el verano. Le habían concedido de nuevo una beca este curso, así que me respondió (cuando la pregunté) que no necesitaba dinero. Que con la pensión y su trabajo se iba arreglando. Ni siquiera toca (salvo en caso de necesidad) el dinero de la beca de la niña, que lo deja por si le hace falta en caso de seguir estudiando o en otras situaciones de necesidad imperiosa.
Voy a terminar este correo con unos versos de un poeta cántabro, llamado Julio Maruri, como pequeño homejane a Félix, a José María, a Funcia y a todos los amigos laborales, porque creo que refleja muy bien los sentimientos de cada uno de nosotros:
Hoy es 25 de abril y, para cada uno en particular, puede que no tenga ninguna relevancia esta fecha, pero para todos en general tiene un significado especial. Hoy se cumple el quinto aniversario de la muerte de nuestro amigo Félix. ¡Cómo pasa el tiempo! Supongo que reposará tranquilo viendo que su familia va saliendo adelante a pesar de las difucultades. Hablaba la semana pasada con Nieves y me contaba que todo seguía igual. Ella continuaba trabajando media jornada, su hijo estaba con el proyecto fin de carrera que presentará en junio y al mismo tiempo trabajaba los fines de semana en un bar y entrenaba a un grupo de niños de un colegio, lo que le reportaba unos ingresos que le daban para sus gastos, y la niña termina este curso enfermería. Espera encontrar trabajo en julio, de no ser así, tenía pensado realizar un curso de especialización durante el verano. Le habían concedido de nuevo una beca este curso, así que me respondió (cuando la pregunté) que no necesitaba dinero. Que con la pensión y su trabajo se iba arreglando. Ni siquiera toca (salvo en caso de necesidad) el dinero de la beca de la niña, que lo deja por si le hace falta en caso de seguir estudiando o en otras situaciones de necesidad imperiosa.
Voy a terminar este correo con unos versos de un poeta cántabro, llamado Julio Maruri, como pequeño homejane a Félix, a José María, a Funcia y a todos los amigos laborales, porque creo que refleja muy bien los sentimientos de cada uno de nosotros:
CON LA MUERTE DE MIS AMIGOS,
ME VOY MURIENDO LENTAMENTE.
UNO SE LLEVA CIERTOS DÍAS.
OTRO, LAS TARDES INCLEMENTES.
UNO LLEVÓ LO QUE LE DIJE
VIENDO BRILLAR HERMOSAS FRENTES.
Y OTRO MURIÓ SIN QUE SUPIERA
LO QUE PENSABA DE SU MUERTE.
QUE LA MUERTE DE MIS AMIGOS
ME HA TRAÍDO MI PROPIA MUERTE.
Un abrazo a todos. Jose Retortillo.
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