sábado, 27 de diciembre de 2008

Una historia triste (1ª parte)

Escrita en la ciudad Condal el 13 de mayo de 2001

Si dijera quinto curso nadie me iba a creer. Y tendrían razón. No estoy seguro de la cronología de los hechos. Dada su importancia más de uno recordará o memorizará a través de lo que voy a narraros.

Por mi parte conservo su imagen tan nítida, que podría responder a detalles si alguien me preguntará. Es más, creo que llegó a influir positivamente en la especialidad a la que me vengo dedicando desde el año ochenta y siete.

Era un frío miércoles de invierno. Un suave celaje recorría los desnudos patios que rodeaban el San Fernando. El largo y gris altavoz situado en la mitad del pasillo de la séptima planta desgarró unas estridentes notas.

Había llegado la hora de levantarse. En un salto bajé de la litera. De pie me quite el pijama y raudo tomé mi albornoz dispuesto a llegar el primero a la segunda ducha del primer lavabo de la derecha. Por una sinrazón era la que más frecuentaba. Tres, cuatro, cinco minutos de ducha caliente a la que todavía no he podido renunciar. El champú, el gel de baño y el agua caliente constituyen mi tríada y antepuerta a la vida real. Volví a mi cuarto. Me vestí. Me limpié los zapatos. Hice la cama procurando estirar mucho la colcha para ocultar las arrugas formadas por las sabanas y mantas. Retorné de nuevo al lavabo. Me lave los dientes y me peiné.

Y de nuevo a la habitación. Dos literas y una cama. Recogí los calcetines de encima del radiador, lavados la noche antes y sorteé la cama individual para alcanzar la puerta corredera de mi armario. Puse los calcetines en el cajón elegido. Había acabado mis tareas matutinas.

Continuará...

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