
Escrito en Santander el 24 de noviembre de 2008
Era miércoles, 19 de noviembre; amaneció un día desagradable, lluvioso y triste, pero al atardecer, y como preludio de una bienvenida, la lluvia se ausentó momentáneamente para así hacer mejor la llegada de los amigos: Carlos L. Labay e Higinio Durán. Aquí les esperábamos ansiosos el que esto escribe y el más auténtico defensor del medioambiente en Cantabria: "el Quique", o sea, Florencio Enríquez. Primero llegó Carlos, el avión es más rápido, y le fui a recoger al hotel. "Estamos igual que siempre", me dijo alegre y sonriente. Debe de ser verdad. El no ha cambiado, ya tenía la barba blanca hace algunos años. Fuimos a dar un paseo y al rato llamó Higinio; estaba esperando. Nos juntamos y fuimos a recorrer la ciudad de Santander. Mientras hablábamos un poco a trompicones (es lo que sucede cuando tienes cosas que contar y las narras atropelladamente, no sea que se te olvide algo), paseamos y tomamos unas cañas. Había que hacer tiempo para ir a cenar, era la hora en que Floren se reuniría con nosotros. No podía antes, tenía reunión pues "CQC" irá a Torrelavega a gravar un programa sobre la contaminación que vive la ciudad, (ya nos avisará del día en que se proyecte dicho evento) y no podía faltar. Pero llegó, cuando ya casi habíamos terminado de cenar unos bocartes extraordinarios y alguna cosa más, bien regada con un buen vino. Después nos fuimos a tomar una copita (Higinio no bebe, además tenía que conducir de vuelta a Bilbao), Floren hizo una excepción y tomó un orujo de la tierra. El doctor y yo lo celebramos con un gin tonic. Hablamos del pasado, del presente y del futuro. Higinio de su niña, una joya¡¡¡; Floren de sus dos hombres, uno ya profesor de secundaria y el otro en Finlandia perfeccionando sus conocimiento de fisioterapeuta; Carlos de cómo disfruta del fútbol del Barcelona junto a su hijo, "el Albert". (Quién se lo iba a decir, a él que no le gustaba el fútbol.) Y yo contento con mis dos hijos estudiando en Salamanca. Así fuimos rellenando con palabras y sonrisas los huecos que la ausencia y la distancia va decorando nuestro tiempo. Por supuesto que en todo momento estuvisteis presentes, y nos citamos para junio en Zamora, aunque haya dificultades que salvar, que se salvarán. Un fuerte abrazo a todos.
El “pater” Retortillo
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