En el momento de mayor intriga sonaron las palmadas salesianas que nos indicaba el fin con la pretensión de retornarnos a la realidad. Pero....La mayoría las interpretaron como producto del fervor y entusiasmo por la película No nos se movimos de las sillas. Petrificados y absortos salvo unos pocos. Insistió D. Julio en la retirada. Molestos despertamos del éxtasis para percatarnos de las circunstancias. Los cinéfilos concurrentes manifestamos su disgusto. Una protesta ordenada, casi una suplica que, quien la recibió, justificó con comprensión e indulgencia mediando por nosotros ante las altas magistraturas.
Apostaría que era otro hidalgo caballero, perteneciente a la saga de los cinéfilos, que en las tinieblas favorecía tan noble arte.
Resultado final: Excepcionalmente nos dejaron ver el final.
Gracias a San D. Julio. Gracias a San Hitchcock. Y gracias a las presentes y futuras negociaciones que fructificaron en algunas brillantes y agradables veladas de televisión nocturna.
Los cinéfilos obtuvimos gratia quasi plena.
Visionamos, presos de Vértigo, y a través de La Ventana Indiscreta de aquella TV, hermosas películas sin temor de estar Con la muerte en los talones.
Se acabó.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario