El tiempo recuperado (1ª parte)
Es muy probable que muchos de los recuerdos personales de aquella empobrecida y adoctrinada generación coincidan. También es probable que entre alguno de nosotros compartamos recuerdos, pero lo que es más difícil es que coincidan los perfiles de tal recuerdo: amargo para algunos, amable para otros, pero recuerdos al fin de aquellos momentos tan cruciales de nuestra vida. Cierto que nos perdimos la vida cotidiana en nuestros pueblos y ciudades de origen, que se nos hacía especialmente difícil conectar cada tres meses con el grupo de amigos con el íbamos a pasar unos días en las vacaciones, que era doloroso sobre todo los primeros años volver a Zamora: un largo viaje trimestral, cansado, melancólico y pleno de inquietud ante el reencuentro con los que, en Zamora, territorio neutral, eran sobre todo nuestros amigos; aquellos con los que compartíamos pupitre, mesa en el comedor, litera, habitación, pasillo, sala de juegos, suspensos, boletines de notas, reprimendas, disciplina, el cambio de voz, el primer afeitado, las primeras sorpresas sexuales, los vinos en el Lobo, la Covachuela o la Cueva Árabe, el tedio y aburrimiento de tantas tardes de rutina colegial, los miles de celtas, bisontes, ducados que nos fumamos en el camino... Eran aquellos amigos con los que probablemente alcanzamos un nivel de complicidad en la adversidad irrepetible y con los que compartimos, en fin, muchos años de nuestra vida. Pero no olvidemos que tan estrecha como fue la unión en aquellos momentos fue la dispersión y el olvido después del último minuto en el que coincidimos; y ahora será tiempo de preguntarnos porqué.
Continuará...
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