
L0s mayores y los nuevos de Coruña
Año 1969. La Laboral crecía con nosotros. No se trata de un orgullo mal entendido. Es cierto. Ese año se estrenó el bachiller superior Suponíamos una nueva apuesta y aventura para el colegio. En el futuro inauguraríamos cada uno de los cursos que realizábamos, y aquel año un flamante quinto de bachiller. Seriamos los mayores del San Fernando per secula seculorum.
Sólo un detalle. En segundo curso se requería cuatro aulas de cuarenta y tres alumnos. Ciento setenta y dos alumnos en total. En quinto con dos aulas nos sobraba. Se admitió traslados y nuevos alumnos para completarlas (entre ellos nuestro buen amigo Manuel Prieto).
Y así fue que nos encontramos dos grupos. Los veteranos del San Fernando frente los nuevos veteranos de la Universidad Laboral de A Coruña (Crucero Baleares).
Esos “nuevos” no nos inspiraban excesiva confianza. La fama de su Laboral les precedía. Profesorado seglar, escasez de disciplina, huelgas, rebeldías (anarquía total, como si fuera algo malo), etc. eran las ideas que se habían divulgado en nuestro colegio, aparentemente sin ninguna intención. Nosotros, acostumbrados a la disciplina, al golpe de pito y palo, como garantía de seguridad, mirábamos a nuestros nuevos compañeros con recelo.
Collazo, Pulido, Chus, Miki, Retortillo, Barreiro, Zapatería, Cameselle... [Permitirme la licencia de no mencionarlos a todos). Para colmo casi todos gallegos, circunstancia que acrecentaba su unidad. Más grandes físicamente y más maduros, ya que venían del bachillerato laboral.
El curso estaría sometido a dos núcleos de poder: Zamora-Coruña. ¡Que empiece el partido.....! ¡Que gane el mejor!
Pero las cosas pintaron de una manera insospechada para nuestra buena comunidad religiosa. Los dos núcleos se dispersaron. No hubo enfrentamiento sino integración. El recelo se convirtió en curiosidad. La curiosidad en admiración. La admiración en inquietud. Y la inquietud en... (esperad un poco). De esta manera, aquellos “elementos nuevos” venidos de fuera pasaron a convertirse en amigos.
Y ahora, mézclese esa amistad con el espíritu de rebeldía propio de la edad, el sentido del compañerismo, las experiencias acaecidas hasta la fecha, la convivencia del internado, la necesidad de autoafirmación....Y se obtendrá....una buena siembra, que a los pocos meses daría su fruto. Y sería hacia el mes de marzo, cuando ya habían transcurrido unos seis meses de cultivo, cuando aparecieron los primeros brotes.
Para los "sedientos" gallegos
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