jueves, 17 de abril de 2008

Toda una época

En aquella existencia cerrada y colegial se establecerían camaraderías perdurables que transcurrieron entre paradas gimnásticas, horas de estudio, prácticas de taller y misa diaria. (J. Narbaiza)

Universidad Laboral de Zamora. Colegio Rey Fernando.

25 años del adiós a los Salesianos en la Laboral. El centro educativo zamorano inició su proceso de desintegración en 1980 con la despedida de la orden que lo dirigió desde 1952.

Han pasado ya veinticinco años desde aquel verano de 1980 en el que dejaban la Universidad Laboral de Zamora los Padres Salesianos y con ellos comenzaba a extinguirse un modelo de institución educativa ejemplar que se desarrolló durante los últimos años del Franquismo y que la Transición Democrática termino por agotar. Ayer mismo se reunían en el antiguo edificio Rey Fernando los miembros de aquella última promoción del BUP que cursaron sus estudios bajo la tutela de la orden salesiana, para revivir los cuatro años que permanecieron en Zamora (76-80), cerca de doscientos alumnos procedentes de casi todas las comunidades autónomas.

Las Universidades Laborales se crean a comienzos de los años 50 del pasado siglo como una fórmula para ofrecer una formación educativa a las clases más desfavorecidas económicamente y para paliar la escasez de centros educativos en el medio rural.
Así nacía una red de centros repartidos por todo el territorio nacional que si en un principio se orientaron hacia las especialidades de formación profesional hasta el nivel universitario, luego impartirían también el Bachillerato. En este contexto se pone en marcha en 1966 el edificio Rey Fernando, una década después de que la Fundación San José se convirtiese en Universidad Laboral.

El concepto que haba impuesto Moya para construir en estilo escurialense el edificio Don Bosco, se cambió por completo con el racionalismo contructivista del Rey Fernando, un centro ordenado horizontalmente en dos alas destinadas a las actividades lectivas, y un cuerpo central de diez pisos de altura donde se ubicaran la residencias. Todo el conjunto se completaba con una serie de instalaciones deportivas periféricas. Porque la Universidad Laboral llevaba lejos una idea de educación muy avanzada para aquellos tiempos y que, desgraciadamente, no ha podido todavía volver a igualarse, al menos en cuanto a medios. El alumno de la Uni disponía de todo lo necesario para llevar a cabo sus estudios, el centro abonaba los viajes desde su lugar de residencia, la manutención durante todo el curso, gastos de residencia, la equipación deportiva, material didáctico, etc. Los alumnos contaban con una moderna residencia en la que disponían de todo tipo de comodidades: habitaciones dobles en los cursos superiores, amplios comedores, salas de estar, etc.

Además la tradicional actividad en el aula se complementaba con un serie de medios que entonces hacan de la Laboral un centro de lite al contar con diversos laboratorios de Física y Química, Electricidad, Idiomas, Música, talleres, etc.
La enseñanza reglada se completaba con todo tipo de actividades extraescolares: desde el deporte (las excursiones a la nieve con todo el material necesario para esquiar eran habituales durante todo el invierno), hasta teatro, música -el alumno disponía incluso de instrumental para formar grupos de rock-, fotografía,... Cualquier actividad que se propusiese era puesta en práctica.
Los alumnos de las Universidades Laborales eran, sin duda, los grandes privilegiados en aquel sistema educativo del Franquismo, y tal vez por ello resulta más sorprendente la adaptación que lograron a la Democracia. Los salesianos, en sus cuatro últimos años, los que fueron desde la muerte de Franco hasta el "23 de febrero", a grandes rasgos, dieron ejemplo de como una orden religiosa podía adaptarse a los nuevos tiempos.

Aquella última promoción entró en el centro pocos meses después de la muerte de Franco, y ya entonces, por ejemplo, la obra de teatro que ensayaba el curso de COU era "La Nausea" de Sartre, y en el Festival de la Canción de la Inmaculada ya se entonaba canción protesta.
Nunca intentaron aquellos curas imponer por la fuerza sus principios religiosos porque el alumno contaba ya con libertad para decidir, con el consentimiento de sus padres, si quería o no participar en los cultos que seguían fielmente las directrices del Concilio Vaticano II, tan olvidado veinticinco años después.
La democracia no quiso que aquel sistema modélico continuase funcionando. Ya en 1979-80, el gobierno de turno decida suprimir las becas de que disfrutaban los alumnos, lo que provocó la primera huelga en el centro, promovida por esta promoción que entonces cursaba ya COU. Aquella medida de fuerza permitió que los alumnos de las laborales pudiesen continuar sus estudios en la universidad si no con las becas anteriores, si con las que ofrecía el Ministerio de Educación.

El convenio entre la orden salesiana y el Ministerio de Educación no se renovaría y los curas dejaron la dirección del centro, aunque conservarían la parroquia de María Auxiliadora donde continúan manteniendo su presencia en la ciudad.
No fue, como se ha afirmado en muchos escritos, la marcha de los salesianos la causa de la desaparición de aquel concepto de centro educativo porque los profesores del MEC llegados de otras laborales del país, mantuvieron un magnífico nivel de gestión del CEI -la nueva denominación que adoptó y, en concreto, del internado.
Pero la decisión política estaba adoptada y curso tras curso, los medios con que se dotaba al centro fueron decreciendo, las plazas de internado cada curso eran recortadas, el personal fue reconvertido, y hoy en día, nada queda de aquella Universidad Laboral.

(Escrito por Manuel López en la Opinión de Zamora, octubre de 2005)

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