Queridos padres, abuela y hermanos:
Espero que a la llegada de esta carta, todos estéis bien, yo estoy bien gracias a Dios.
Os escribo para deciros que el viaje de vuelta de las vacaciones ha sido bueno; después de despedirnos en la estación, con lágrimas en los ojos y con la esperanza de volvernos a ver pronto, nos dirigimos a Jaén para recoger a los compañeros de allí; por cierto, me dan recuerdos los padres de Raúl, que fueron a despedirlo a la estación.
El viaje ha sido normal; algunos compañeros se marearon, como siempre en la carretera de Granada a Jaén, ya sabéis que aquellas curvas son mortales para los estómagos más delicados. Después de varias paradas en el camino pasamos por Madrid y sin apenas tráfico lo dejamos atrás. Desde entonces la nieve nos acompañó siempre y las cunetas estaban blancas. La llegada a la Laboral se produjo a las 10 de la noche y fue al bajarnos del autocar cuando nos dimos cuenta del frío tan horroroso que hace por estas tierras abandonadas de Dios. Todo estaba silencioso, pues ya dormían los compañeros que habían llegado antes y a nosotros nos recibieron con un vaso de leche caliente y unas cuantas galletas que nuestro estómago “agilao” agradeció.
Hoy, nos han despertado con música y me he levantado sobresaltado porque soñaba que estaba en el pueblo y no era consciente de que ya las vacaciones pasaron.
Todavía faltan compañeros por llegar, pues según nos dicen hay varios grupos atascados por la nieve y no pueden viajar; concretamente en Béjar, el puerto está cerrado y tienen que esperar por culpa de la nieve los que vienen por esa ruta.
Me acuerdo mucho de vosotros y solo cuento los días para volver a abrazaros.
Abuela estaré siempre pensando en el día que me vuelva a echar a la boca tu deliciosa “olla” que como tú la haces, nadie sabe hacerla.
El ambiente en el recreo de hoy era triste; sin quererlo reconocer, estábamos todos pensando en nuestras familias y en las reuniones que por Navidad se hacen para comer. Todos contamos anécdotas bonitas y por eso la melancolía de lo pasado nos acompaña en nuestras primeras horas zamoranas. Como es normal la niebla hace que jugar casi sea imposible.
Y sin más que contaros me despido de todos vosotros esperando que vuestra carta llegue pronto. Recibid un fuerte abrazo y muchos besos de este que os quiere.
Vuestro hijo, hermano y nieto.
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