miércoles, 21 de enero de 2009

Aquellas aventuras de la vida me conducen al reencuentro… (final)

Observar su traducción. Nos propusimos organizar un viaje de fin de curso. Para ello pusimos todo nuestro empeño en organizar alguna fiesta y demás como medios financieros para la obtención de beneficios.
Hacia el mes de marzo montamos un festival que denominamos “Concierto Monstruo” cuya principal atracción era ver actuar a nuestros queridos “Teenagers”, que, dicho sea de paso, tenían un éxito fuera de lo común, y, a la vez, hacer la presentación oficial de la madrina de C.O.U. . Las cosas salieron bien en todos os aspectos.
Éxito de festival. Éxito económico (el ticket 100 pts.). Todavía deben resonar los comentarios...
En fin, solventada la barrera monetaria surgió la incertidumbre. El curso avanzaba y este era el último que compartíamos, por lo que, en votación democrática, decidimos recluirnos en un refugio allá en Sanabria, en el que pudiéramos gozar plena y libremente de la recíproca compañía de los cuarenta y tres sin ningún tipo de intrusos salvo el sacerdote Chema, a quien apreciábamos por su gran tolerancia.
Para describir los sucesos sería preciso otro capítulo y, aún así, no me veo capaz de conseguir transmitir los sentimientos que nos unían. El “Safari fotográfico” preparado plasmará suficientemente los acontecimientos.

Sólo quiero añadir que recuerdo C.O.U. con añoranza, siendo consciente que este era el resultado del almacenamiento y acumulo de lo mejor de los que habíamos vivido en aquel colegio. Recuerdo con orgullo ese año de mi vida. Como dice un buen amigo nuestro “aquel C.O.U. tenia magia” y yo añado “magia a la que los doscientos y pico habíamos contribuido”.

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