
Homenaje a mis compañeros del Rey Fernando
Septiembre de 1971. Inaugurábamos C.O.U. en el Rey Fernando, y en aquella ocasión, en toda España, gracias al nuevo plan de estudios que determinaba la desaparición de Preuniversitario.
Como cada año las primeras conversaciones solían girar entorno de los compañeros ausentes. Año tras año nos habíamos reunido allí hasta que un curso algunos amigos se desvanecían sin que, posiblemente, nos volviésemos a encontrar. El cariño profesado y los “buenomalos” momentos pasados juntos brotan espontáneamente en nuestra memoria para ser revividos con alegría, satisfacción y entusiasmo. Es ahora cuando, después de los años, una realidad hasta hace poco impensable se va a materializar. Así pues, en el mejor o el peor de los casos treinta años después…
“Velar se debe a la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”
<< ¿Y Pepito García? ¿No está? No puede ser... Pepito era... Pero si…Yo no sabia que.... >>
Así pues, poco a poco confirmábamos retrasos por ausencias, alejamientos o abandonos. Aquellos buenos amigos, insustituibles en el momento, habían dejado el colegio.
La experiencia nos había enseñado a transigir. Mi padre me decía que una de mis cualidades era conformarme y sacar partido a los recursos del momento. Me parece que eso se aprende a costa de golpes y necesidad de continuar. El ¡Qué remedio te queda!.
Continuará...
Como cada año las primeras conversaciones solían girar entorno de los compañeros ausentes. Año tras año nos habíamos reunido allí hasta que un curso algunos amigos se desvanecían sin que, posiblemente, nos volviésemos a encontrar. El cariño profesado y los “buenomalos” momentos pasados juntos brotan espontáneamente en nuestra memoria para ser revividos con alegría, satisfacción y entusiasmo. Es ahora cuando, después de los años, una realidad hasta hace poco impensable se va a materializar. Así pues, en el mejor o el peor de los casos treinta años después…
“Velar se debe a la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”
<< ¿Y Pepito García? ¿No está? No puede ser... Pepito era... Pero si…Yo no sabia que.... >>
Así pues, poco a poco confirmábamos retrasos por ausencias, alejamientos o abandonos. Aquellos buenos amigos, insustituibles en el momento, habían dejado el colegio.
La experiencia nos había enseñado a transigir. Mi padre me decía que una de mis cualidades era conformarme y sacar partido a los recursos del momento. Me parece que eso se aprende a costa de golpes y necesidad de continuar. El ¡Qué remedio te queda!.
Continuará...
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